La espiritualidad, el aprendizaje, la sanación y la investigación está en mi ADN y el de mis ancestros; al igual que retribuir compartiendo el conocimiento y las experiencias que he adquirido durante mis 33 años. Estoy muy influenciada por mis raíces Mayas-indígenas e Ibero-judías. Mi abuelito, un hombre Maya, fue despojado de sus tradiciónes y cultura indigena a través de la colonización en América Latina. Mi abuelita, compartió de manera similar una historia de borrado cultural. Si bien no tenía mucho para sí misma, siempre dio a los demás y aprovechando el privilegio que tenía como mujer Europea.

 

​Mi familia emigró de Centroamérica cuando yo era una niña pequeña, de 4 años. Por falta de oportunidades debido a la colonización Europea, codicia, armas, violencia y el despojo de los recursos naturales en América Latina, llevó a mi familia a buscar una "vida mejor" para mi hermana y yo, en Estados Unidos. La transición no fue fácil. Con el apoyo de otros familiares, mi familia y yo empezamos a adaptarnos a nuestra nueva vida. A través de becas, mi hermana y yo terminamos asistiendo a una escuela “prestigiosa” para niñas en el lado oeste de Los Ángeles. Rodeada casi en su totalidad por gente blanca (en su mayoría niñas y mujeres) fue un shock para mi cuerpo y mi sistema. Mi madre, siempre consciente de su salud y físicamente activa, sufrió la ruptura de un aneurisma que, según los médicos, fue causado por el estrés, ya que no tenía condiciones médicas subyacentes. Tratando de darle sentido a mi nuevo mundo, yendo a la escuela en Brentwood, todo mientras mi mami estaba en coma durante varios meses, comencé a cerrarme emocionalmente y perdí la conexión con mi alma y con quien era realmente. Veo muchos de esos años como operando en piloto automático, haciendo lo que era necesario para sobrevivir.  Siempre he valorado mi independencia, curiosa e inquisitiva, y pasé gran parte de ese tiempo probando la autoridad y aprendiendo de los errores que cometí en el camino.

 

En la escuela secundaria, mi clase de educación física trajo a la Sra. Kuntz, una profesora de yoga. No entendía el yoga a la edad de 11-12 años. Disfrutaba moviendo mi cuerpo, respirando y percibía un atisbo de paz interior. Después de graduarme de la secundaria, descubrí el correr. Correr se convirtió en mi pasión. Donde podía transformar el dolor en poder y sentirme arraigada. El yoga, la carrera y el entrenamiento con pesas ahora están profundamente arraigados en lo que soy, en gran parte debido a las propiedades curativas a las que pude acceder a través del movimiento.

 

A lo largo de la secundaria, la preparatoria, la universidad, algunos adultos intentaron decirme quién era yo. Me clasificaron antes de que pudiera siquiera averiguar quién era y, durante un tiempo, por ser una person extremadamente emempática, dejé que esas opiniones influyeran en mi vida y mis decisiones. Un decano de la universidad me llevó a cuestionar mi carrera profesional debido a mi tamaño físico y mi sonrisa ("sonreír demasiado"). Cuando entré en el mundo corporativo profesional, me di cuenta de que tenía que tener claro quién era y cuáles eran mis valores si tenía alguna posibilidad de crear una vida digna de ser vivida. A medida que perfeccioné esos valores, comencé a alinear mis acciones con mis valores y eso me ha convertido en la persona que soy hoy: descubrí quién era, quién quería ser y por qué.

 

Hoy me considero espiritual, politeísmo, más que religiosa. Después de todo, la religión organizada también ha causado una gran cantidad de dolor, guerra, destrucción y borrado de otras creencias espirituales. Creo en el poder divino superior debido a la naturaleza, nuestro universo en expansión, el espacio entre los átomos (energía), el campo unificado, y muchas razones más. Además, después de los momentos difíciles, sigo en pie. Sintiéndome más fiel a mí misma que nunca. A través de la intención, la nutrición, la actividad física, el trabajo de curación (atención plena, conexión a tierra, terapia somática y liberación de emociones reprimidas), y la practica diaria de meditacion, he vuelto a conectar mente-cuerpo-alma. A través de estos medios he podido sanar totalmente mi mente (salud mental) y mi cuerpo. He estado en un viaje de reconexión con mi intuición, la espiritualidad, la naturaleza, mis ancestros y confiando en el universo de todo corazón. Cuido y amo profundamente. Pasé muchos años reprimiendo partes sensibles de mí misma y ahora veo el regalo que esa cualidad es para mi conexión espiritual, el mundo, y esto es lo que espero compartir con ustedes.

 

Lo que creemos, creamos. Nuestros pensamientos, palabras y, en consecuencia, nuestras acciones tienen el poder de transformar el mundo, si acordamos colectivamente que pueden hacerlo. (Por ejemplo, el dinero, la bolsa de valores, todo está basado en la fe. ¿Qué pasaría si decidiéramos colectivamente dejar de creer? ... fuerza en números) Deseo crear una visión colectiva de paz, amor, unión y elevar nuestra conciencia colectiva, que honre nuestra humanidad, individualidad, divinidad y retribuya a nuestra fuente de vida: este hermoso planeta. Para crear, primero hay que imaginar y creer. ¿Cómo? Apoyándonos, unos a otros en la construcción de conexiones más profundas con el universo, nosotros mismos, accediendo a una conexión de mente, cuerpo y alma.

 

Tengo mucho por lo que estar agradecida, esta vida, este cuerpo físico, la forma en que automáticamente sabe hacer latir mi corazón, funcionar mis órganos, operar mi cerebro. No todos tienen este privilegio. Soy curandera y espero que me conceda el privilegio de ser un medio y guía en su proceso, ayudar a descubrir sus dones naturales y compartirlos con el mundo.

 

Heidy Ramirez ha practicado yoga (unión) por más de 20 años. Como practicante y maestra, es importante que honremos y expresemos gratitud por la antigua tradición de India que trajo el yoga a Occidente, así como también muchos otros beneficios para nuestras vidas.

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Paz a vosotros.

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Con amor,

Heidy